jueves, 24 de enero de 2008

Confesiones de un ahogado

Ha terminado la temporada de tormentas, la ultima lluvia, la de ayer, dejó en el aire una carga eléctrica, esa que se puede sentir y respirar.
Se que no volverá a llover, nunca más, me entristece, me alegra, me reconforta y luego me vuelve a tirar. Pero me levanto, lo mejor de todo es saber que se puede vivir sin lluvia, la gente del desierto lo hace, gente que vive sin agua.
Que extraño es pensarlo, es como vivir en la selva y luego mudarse al desierto, pero, que es mas fuerte, la sed o la voluntad?
Espero encontrar la respuesta pronto, se que esta dentro mío, no tardará en hacerse aparecer. La conozco, se que es mejor vivir en paz y tranquilidad, pero tanta agua por tanto tiempo me ha dejado agotado, he tragado tanta agua que tengo el estomago lleno, con ganas de subir al bote pero casi sin fuerzas, empujado por la voluntad de salir del agua.
Hay quien me tienda una mano, quien me acompaña en la tormenta, quien sabe hace tiempo que el agua nos iba a llegar al cuello. Esta tan hundida como yo, pero decidida, constante y comprometida a salir antes que la marea nos arrastre, que nos tumbe y revuelque como una ola embravecida rompiendo en las rocas.
Si hay alguien capaz de ayudarme a salir del agua tiene que ser alguien que ha estado en ella, que comprende lo que es, lo que se siente estar empapado y moverse con la ropa mojada y pesada. Alguien como ella, quien literalmente será mi faro, me guiará fuera del agua, hacia la seguridad del puerto, donde se puede construir y habitar.
He llegado a esta extraña metáfora, puedes vivir en el agua, pero todo el tiempo te moverás al ritmo de la corriente, te puede llevar de aquí para allá, sin control de donde quieres estar. Cuando vives en la tierra, puedes decidir donde ir, donde quedarse, donde construir....
Pero después de estas palabras, me doy cuenta que no me estoy ahogando, no estoy en el agua, sino todo lo contrario, ha dejado de llover, solo queda que se escurra el agua en la tierra cuajada, sedienta. Sentarse y esperar a ver como salen los primeros brotes, y florezca la Vida...

No quiero ser ese gato sarnoso, que olfatea su propia muerte.

No será fácil, nada que valga la pena en esta vida lo es...

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